He tardado un par de días en escribir esta entrada porque necesitaba digerir todo lo ocurrido y no caer en el post fácil de condolencias y demás.
Al llegar del trabajo, porque ahora tengo trabajo, pero eso ya os lo contaré otro día, me puse super agobiada a editar el programa de radio cuando Suvil, mi chico, me dice con la cara descompuesta «ha habido un atentado muy grave en Francia», debo reconocer que le miré con cara de circunstancia y, pensé «otro más! luego lo miro que ahora tengo que terminar esto», pero claro…ya he comentado alguna vez que él es de origen francés, y que, menos su madre, toda su familia vive en el país galo; evidentemente él vivía el titular de forma distinta a como lo vivía yo, que además, en aquel momento, estaba enfrascada en mi burbuja de edición audiovisual.
Cada cierto tiempo me iba diciendo «hay rehenes» , «ha sido en un concierto», «han evacuado a Hollande de un partido» y tocó la tecla comentando: «ochenta muertos, hay ochenta muertos!!!»
¿Perdona?, ¿cómo que hay ochenta muertos?
Y si, los hubo…evidentemente, lo primero es preocuparse por la familia que vive allí. Gracias a Dios todos bien. Y acto seguido estar pendientes de Twitter, de France5 eninternet y de cualquier medio de comunicación que nos diera información sobre lo ocurrido.
Pero algo estaba claro desde el principio: los ataques habían tenido que ver con Estado Islámico. Entonces otro pensamiento más me vino a la mente.
Ahora sí que nadie acogerá a los refugiados
Francia es un país con mucha población islámica y la convivencia es complicada independientemente del terrorismo. Además, por desgracia, las crisis no ayudan y el pueblo empieza a quejarse cuando ven cómo al extranjero se le ayuda más que al oriundo del país. Y eso empieza a pasar también en España.
Cuando a todos nos va bien, cuando hay dinero y trabajo, no nos importan las ayudas y subvenciones que se dan a inmigrantes, refugiados y demás; no nos extrañamos de que tengan más fácil meter al niño en la guardería, o conseguir una plaza de comedor infantil, tampoco nos quejamos de que les resulte extremadamente fácil vivir sin dar un palo al agua, porque suponen una minoría sobre el resto de la población; y sobre todo, porque ese resto, dispone de dinero y trabajo para poder vivir y pagar las guarderías.
Pero ¿qué pasa cuando el trabajo se acaba, y no hay planificadas ayudas para la población local? Pues que nos encontramos con la situación que tenemos ahora, en la que es más fácil vivir si formas parte de alguna de esas minorías que si eres un ciudadano normal y corriente, porque para ti no hay ayudas programadas.
Y de eso, por mucho que le pese a la mayoría, los beneficiarios de las ayudas no tienen la culpa.
Os pongo un ejemplo real, y en otro ámbito que puede ilustrar la reflexión. Todos estamos de acuerdo con la integración de los minusválidos en el entorno laboral, no creo que nadie sea tan mala persona como para pensar que los minusválidos no tienen derecho a trabajar y que tienen que pudrirse en sus casas; por eso, en su momento se instauró un beneficio fiscal a las empresas que contrataran personal con un mínimo del 33% de minusvalía, y a todos nos parecía perfecto.
¿Qué ocurre en plena crisis, cuando las empresas no tienen dinero para contratar personal y la liquidez baja? Pues que empiezan a aparecer ofertas de trabajo en las que directamente buscan personal con un 33% de minusvalía. Y eso es un despropósito, porque no se puede permitir que se haga un abuso de una medida solidaria con una minoría.
Una excompañera de trabajo, que cuenta con ese grado de minusvalía no ha pasado más de tres meses en el paro, desde que nos despidieron hace unos cinco años ¿resulta entonces que ella es más válida que yo por el simple hecho de ser minusválida? No. Simplemente se hace un mal uso y un abuso de estas ayudas, y las instituciones miran hacia otro lado. Además de no ser políticamente correcto el hecho de quitar este tipo de beneficios fiscales, justo en el momento en el que todos necesitamos más ayudas.
Pero desde luego los minusválidos no tienen la culpa. Al igual que no la tienen los inmigrantes ni mucho menos los refugiados.
Ayer mirando Twitter, vi que yo no fui la única en acordarme de los refugiados ante los atentados de París, y que uno de los youtubers que más me gustan hacía esta reflexión.
Y me pregunté ¿qué pasaría si ahora, por desgracia, empezara a haber muchos más atentados en Francia y los franceses empezaran a venir a España o a cualquier otro país?¿Y si eso mismo ocurriera en Hungría y fueran ellos los que necesitaran asilo? ¿Reaccionaríamos de forma distinta?
Otra cosa que se suele escuchar es «son hijos de inmigrantes» pero yo me pregunto ¿dónde ponemos el límite para considerar a alguien Francés de verdad o Español de verdad?¿Cuántas generaciones hacen falta? Mi padre es canario, mi madre malagueña, y yo nací en Málaga, ¿quiere eso decir que no soy malagueña de verdad porque mi padre no nació aquí?¿debería tener menos derechos que alguien cuya familia lleva instalada en Málaga varias generaciones?
No lo creo.
Simplemente considero que el tema de la integración es algo complicado, no se puede integrar a las minorías creando gethos y «respetando» sus todas sus costumbres; me explico, la capa española estuvo mucho tiempo prohibida durante el siglo XIX (creo recordar) por el aumento de la criminalidad, y es una prenda española ¿por qué no puede estar prohibido el uso del burka en nuestro país? No es que te encuentres mujeres con burka a todas horas por la calle, yo he hecho sólo me he encontrado a dos, en los treinta y seis años que tengo, pero me hicieron reflexionar sobre ese punto.
Hay que luchar por una integración real. La religión debe quedar de puertas para adentro de las casas y educar a la gente que viene de fuera para que puedan sentirse y ser uno más, y eso, aunque les pese, no se puede hacer detrás de un burka. Ese punto limaría las diferencias entre «nacionales» y «extranjeros», aunque también es verdad que daría más excusas a grupos como ISIS para hacer nuevos ataques, porque supondría por parte de occidente la «destrucción» del modo de vida islámico.
También acusamos al pueblo árabe de no actuar contundentemente contra los atentados de ISIS, pero estoy segura de que existe un factor miedo que nosotros no llegamos a entender ni por asomo. ¿Cuántas veces se dijo eso mismo del pueblo vasco? ¿cuántas veces oímos en el pasado «todos los vacos son etarras», o «los vascos no condenan el terrorismo de ETA»?, y ETA no era ni la mitad de cruel y salvaje que son los terroristas de ISIS. ¿Cuántas mujeres no denuncian los malos tratos? El miedo es un arma poderosa y quién no se siente bajo la amenaza del miedo no puede llegar a entender su poder.
De cualquier modo, es un tema complicado, difícil de entender y en el que hay que posicionarse en más de un punto de vista para tener una visión global.
Los atentados de París me han tocado de cerca, porque gran parte de mi familia política vive en Francia, pero también pienso en los refugiados de Siria y espero de corazón que los franceses no tengan que abandonar sus casas en busca de asilo.
Foto: http://enuntita.blogspot.com.es/2015/11/todossomosparis.html
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